Los ETFs no pisan el freno

Los fondos cotizados (ETFs) siguen arrasando y se consolidan como la opción favorita de muchos inversores. 

Los ETFs están en un ascenso meteórico. Están a punto de destronar a los fondos tradicionales como el vehículo de inversión pasiva más popular y, a finales de julio, la inversión mundial en estos instrumentos alcanzó los 705.000 millones de dólares, muy cerca de los 736.000 millones que acumularon durante todo 2020, según Morningstar.

Una buena baza para combatir la aversión al riesgo  

Los ETFs son instrumentos de inversión híbridos entre los fondos y las acciones, y se negocian en los mercados de valores. Se caracterizan por invertir en una cesta de activos (acciones, divisas, bonos, etc.) y porque suelen replicar índices bursátiles, como el FTSE 100 o el S&P 500. «Al estar compuestos de múltiples valores, los ETFs ofrecen una mayor diversificación y se consideran una inversión de menor riesgo respecto a la inversión en una sola acción«, explica Ramiro Martínez-Pardo, CEO de HeyTrade.

Para entender el atractivo de los fondos cotizados en bolsa, es interesante repasar sus inicios. Los primeros ETF se lanzaron en 1993, pero no empezaron a popularizarse hasta la recesión de 2008. Tras la quiebra de Lehman Brothers, muchos ahorradores desconfiaban de las estrategias de inversión activas, con elevadas comisiones y, a menudo, menores rendimientos que los fondos indexados de bajo coste creados por Vanguard en la década de 1970. En la década posterior al desplome de la bolsa, empresas de gestión de inversiones como Blackrock y Vanguard empezaron a lanzar sus propios ETF, y mucha gente se decidió por esta alternativa de inversión pasiva.

Al estar compuestos de múltiples valores, los ETFs ofrecen una mayor diversificación y se consideran una inversión de menor riesgo respecto a la inversión en una sola acción.

La transparencia, un valor seguro

Junto con la diversificación, la transparencia es uno de sus grandes atractivos y una de las claves que justifican su buena acogida actual. La inversión socialmente responsable es una tendencia al alza, y una práctica que debe ir acompañada de una comunicación constante sobre la estrategia de inversión. A diferencia de los fondos tradicionales, la mayoría de ETFs publican sus participaciones cada día, lo que permite a las personas que invierten en ellos saber qué activos se están respaldando con su dinero. 

En esta línea, las empresas de gestión de inversiones están aumentando su oferta de ETF temáticos, es es decir, fondos que invierten en una cesta de valores relacionados con un ámbito concreto, como las energías renovables o la biotecnología. Esta opción ha seducido a muchos ahorradores reacios al riesgo e interesados en alinear sus valores con sus decisiones de inversión.

Fáciles de comprar y vender

«Otro punto que explica la popularidad de los ETF es que no requieren una inversión mínima y se pueden comprar y vender con facilidad«, señala Martínez-Pardo. A diferencia de los fondos de inversión, que solo se pueden negociar cuando los mercados cierran, los ETFs se pueden comprar como una acción individual. “El repunte de la renta variable, unos tipos de interés cercanos a cero y un aumento de la liquidez son otros factores que han hecho de los ETFs una alternativa real y asequible a los fondos de inversión tradicionales”, añade el CEO de HeyTrade.

Las cifras hablan por sí solas: en el primer semestre de 2021, los ETFs atrajeron una inversión récord, con una entrada de capital neta de unos 661 mil millones de dólares, más del doble que en el mismo periodo del año anterior, según datos de la consultora ETFGI. Asimismo, y como avanzamos al inicio del artículo, Morningstar apunta que los activos gestionados por los ETFs basados en índices alcanzaron los 8,66 billones de dólares a finales de junio, tan solo 132 mil millones de dólares por detrás de los fondos de inversión pasivos.

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